Sexo: Relatos homoeróticos

portada del libro Sexo relatos homoeróticos escrito por roma robles

—Esto es una locura —susurro y él me pone un dedo en los labios.

—Calla si no quieres que nos oigan. Si me lo paso bien tal vez te cuente luego la historia del jazz.

Me callo, pero meterse mano dentro de un baño es muy difícil. Requiere de mucha más pericia de la que se piensa, porque el espacio es muy limitado. Nos chocamos con la taza todo el rato mientras intento besarle y tocarle por dentro de la camisa. Cuando le muerdo el cuello, él gime y me agarra el paquete, que responde enseguida a su contacto.

—¡Coño ya! Ponte encima mío —dice, sentándose en la taza.

Me siento sobre sus rodillas, enfrentándole y, por lo menos, en esa postura podemos besarnos a placer la cara y el cuello. Él me desabrocha la camisa con rapidez y habilidad y me lame los pezones, haciéndome cosquillas. Cuando sigue besándome el cuello y el pecho, mi polla empieza a palpitar con más fuerza dentro de mis pantalones. Estoy como una moto.

Yo le meto mano a la entrepierna todo lo que puedo. Se la noto dura y me la imagino gruesa. Como me nota ansioso, me pide que me levante y, haciendo él lo mismo, se baja de un tirón los pantalones y la ropa interior.

En efecto, Samuel tiene un pollón de los que ya no quedan. Mitad dando gracias al cielo y mitad cachondo como una mona, me arrodillo delante suyo y pongo esa maravilla cerca de mi boca. Miro hacia arriba, a sus ojos, antes de dar el primer lametón. Siento un hambre aguda y primitiva que me obliga a devorar esa pitón, a metérmela entera en la boca y a chuparla como si no hubiese un mañana. Me encanta su sabor, su calor, su grosor… y me encanta escuchar los suspiros de Samuel mientras se la como. Empiezo a tocarme yo también por encima de la ropa. La polla me duele como si me fuese a reventar.

Cuando creo que no puedo estar más excitado, Samuel me obliga a levantarme y a ponerme contra la pared. Me desnuda de cintura para abajo y empieza a comerme el culo sin ningún tipo de miramientos. Yo grito de placer cuando su lengua se introduce en mi ano. Noto su saliva resbalar entre mis nalgas y, por primera ve desde que he entrado en ese baño, pienso en que alguien puede entrar en cualquier momento y me tenso. No sé si él lo nota. Sigue lamiendo despacio y me empieza a pasar los dedos por la raja. ¡Qué más da todo! Saco el culo y dejo que sus dedos me recorran entero y hasta se cuelen, traviesos, en mi interior.

Me encanta lo que me está haciendo y, cuando para y se levanta, tengo que morderme la lengua para no quejarme.

Esto es un extracto del relato “Cita a ciegas“, que forma parte del libro “Sexo: relatos homoeróticos“. Lee este y otros 9 relatos de erótica gay haciendo click en el siguiente enlace.