D de Dominación

relato erotico gay d de dominación escrito por Roma Robles

Las esposas me atan cada muñeca a su respectivo tobillo, dejándome con las piernas tan abiertas como el culo, en una postura que parece más indigna e incómoda de lo que es en realidad. Espero pacientemente que mi amo termine de prepararse y entre en la habitación. Cuando lo hace mi polla se retuerce de alegría al verlo. Él no dice nada, pero me observa en la distancia durante un par de minutos, antes de acercarse a la cama. Cuando lo hace, coge un látigo de la mesa y o acaricia entre sus dedos para que yo lo vea. No le quito los ojos de encima mientras se aproxima con pasos cortos.

El primer golpe es fuerte y, aunque no puedo verme, estoy seguro de que me ha dejado el culo rojo.

—¿Qué se dice? —me pregunta.

—Gra… gracias —respondo mientras cojo aire. La nalga me pica que te cagas y más cuando él vuelve a golpearme, esta vez con la mano.

—Así me gusta —afirma mientras me acaricia la zona en la que me acaba de dar. Sus caricias se sienten todavía más placenteras en la piel enrojecida y gimo sin poder evitarlo.

Él se coloca delante de mi cara y se baja los calzoncillos, liberando una polla enorme y durísima. Yo abro la boca de manera automática y él me la introduce, primero despacio, luego cada vez más rápido. Su polla me taladra la garganta y siento un par de arcadas, pero mi amo controla y me la saca justo a tiempo. Me deja respirar un poco antes de volver a la carga. Me folla la boca como después va a follarme el culo y eso me encanta.

A pesar de que me encantaría que se corriese en mi boca, sé que no va a dejar que la diversión se termine tan pronto. Cuando noto cómo su respiración se acelera, se separa de golpe y rodea la cama, para colocarse a mi espalda. Sus manos acarician mis nalgas antes de abrirlas y siento su lengua en mi entrada. Es la sensación más maravillosa del mundo y suelto un suspiro. Mis piernas están flexionadas y abiertas, no me puedo mover.

Mi amo me come entero, me lame la rajita, me besa las nalgas y cuando su lengua empieza a dibujar círculos alrededor de mi ano, siendo el cosquilleo que antecede al orgasmo. Él para justo a tiempo para que a mí no me dé tiempo a correrme y coloca la punta de su polla en el lugar en el que segundos antes estaba su lengua. Empieza a metérmela despacio y yo aguanto la respiración, notando cómo ese falo lucha por abrirse camino en mis entrañas. Cuando me la mete entera suelto un suspiro de alivio y mi amo me acaricia de manera suave las nalgas antes de continuar.

Se mueve despacio, agarrándome las nalgas y balanceando las caderas, llenándome por completo.

Jadeo contra la colcha y noto la baba resbalándome por las comisuras pero, evidentemente, no me puedo limpiar.

—¿Te gusta? —pregunta y yo grito un “sí” tan alto que probablemente lo hayan oído hasta los vecinos.

Entonces acelera el ritmo y cada estocada me acerca más y más al orgasmo. Gimo y jadeo sin parar, sobre todo cuando él me azota sin dejar de penetrarme. Su polla en mi culo es una sensación maravillosa e indescriptible y me sumerjo en el placer sin mirar atrás. Cuando me agarra mi miembro y empieza a masturbarme, siento que no puedo aguantar más. Mis piernas tiemblan mientras su mano sube u baja y su cadera golpea una y otra vez contra mi culo. Me corro entre gritos de liberación, pringando toda la colcha. No me importa. Me dejo caer sobre ella derrotado mientras mi amo me agarra las caderas y me da las embestidas finales hasta que le escucho gruñir y siento su leche dentro mio.

Cierro los ojos e intento recuperar el aliento mientras noto toda mi mejilla manchada.

—Y ahora te vas a quedar aquí quietecito hasta que a mi me dé la gana de volver y follarte —dice antes de cerrar a puerta dejándome ahí, tirado pero feliz.

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